Los romanos solían vivir en hermosas casa donde las habitaciones se ordenaban alrededor del atrio; eran las domus.
Sin embargo en las grandes ciudades surgieron, como consecuencia de la falta de espacio, las ínsulas, o edificios de varios pisos, podían llegar a tener hasta cinco pisos de altura. En las planta bajas solían abrirse tabernas, comercios o talleres. Las familias más pobres se apiñaban arriba compartiendo con frecuencia la misma habitación.
Las casas tenían un altar romano donde la familia rezaba a diario y ofrecía regalos a los dioses que protegían su hogar del mal.
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